Por nuestra parte, es un placer anunciar que hemos obtenido la etiqueta ecológica austriaca para más de 80 productos de Trodat en octubre de 2018.
Es una continuación lógica de todas nuestras actividades en el campo de la protección del medio ambiente, ya que ha sido una prioridad para Trodat durante muchos años.
Tras el arrollador éxito cosechado por el Original Printy 4.0, Trodat ha ampliado el catálogo de productos climáticamente neutros de serie, maximizando así el impacto positivo sobre el medio ambiente. Es por ello que desde 2013, Trodat emplea en la fabricación de más de 70 de sus productos más vendidos la mayor proporción técnicamente posible de plástico reciclado pre y postconsumo con el fin de reducir su huella de CO2. Recién en el último paso, la huella de CO2 restante e inevitable de estos productos queda compensada por medio de la inversión en proyectos de protección climática Gold Standard recomendados por WWF®.
Como resultado, los productos Trodat de mayor venta vienen climáticamente neutros de serie.
Con la etiqueta ecológica austriaca, ahora estamos ampliando nuestro conjunto de medidas de protección ambiental.
La etiqueta ecológica austriaca es una historia de éxito de la política medioambiental:
Desde la incorporación de la etiqueta ecológica austríaca en 1990, los productos y servicios respetuosos del medio ambiente han conquistado el mercado. La etiqueta ecológica abarca una amplia gama de temas: desde productos clásicos hasta turismo, instituciones educativas y jardines de infantes.
La etiqueta ecológica ha influido decisivamente en este cambio: para 80 grupos de productos se
establecieron, junto con las directrices de la etiqueta ecológica, estándares ecológicos que han dado forma al desarrollo del producto y aseguran una información al consumidor transparente y fiable.
Más de 1050 licenciatarios de la etiqueta ecológica austriaca muestran el desarrollo dinámico y la gran aceptación de la etiqueta ecológica austriaca.
La etiqueta ecológica austriaca plantea exigentes requisitos en materia de:
■ Calidad, usabilidad, larga duración
■ Salud y seguridad para las personas
■ Medio ambiente (criterios ecológicos)
La base para la certificación de un producto son más de 80 directrices con criterios vinculantes. Se preparan con la participación de expertos técnicos y medioambientales y se revisan cada cuatro años. Se sigue el planteamiento «ciclo de vida»: Los productos se analizan incluyendo embalaje, información y servicio. Y esto a lo largo de todo el ciclo de vida, o sea, desde la extracción de materias primas hasta la eliminación.